Colaboración de: Gabriel Rodríguez
El 10 de abril, debía dejar el departamento que alquilo, por la cuarentena, fue imposible buscar casa. Esta madrugada, el hijo de la dueña de casa cortó el gas domiciliario y se llevó la bomba de agua, dejándome sin servicios porque no me fui” [1].
Esa es la vida del-la inquilinx, antes y durante la cuarentena, sólo que la pandemia del Covid-19 está dejando al desnudo las miserias humanas que la sociedad había normalizado. Recién ahora, los políticos de turno ponen atención al drama humano que viven las y los inqulinxs, pero ellos gritan ¡No más! [2].
El viacrucis del inquilinato
Los abusos cometidos contra los inquilinos (desalojos forzados, discriminación, racismo, cortes repentinos de luz, de agua, horarios de entrada y salida) son parte del modus vivendi, de la relación propietario-inquilino, que está marcada por la desigualdad y la subordinación. Esta relación es la expresión social de otro problema: la mercantilización de espacios habitacionales. Es ahí donde nace la injusticia en relación a la vivienda.
En el momento en que un derecho humano (acceso a vivienda digna) depende del mercado para realizarse, ese derecho se convierte en una farsa. Esto porque las “condiciones de habitabilidad”, que incluyen un trato digno, dependen menos de la “norma” que del precio. De esta manera, las “condiciones de habitabilidad” se extienden al límite de su significado, convirtiendo cualquier lugar en “habitable” —siempre y cuando haya alguien que pague por él. Entonces, la gente sin recursos económicos se ve a obligada a aceptar todo tipo de condiciones y de (malos)tratos.
Otro efecto del mercado en relación a la vivienda es la desigualdad en las posibilidades de construir un hogar. Si bien el inquilinato suele ser entendido como un momento de tránsito hacia la vivienda propia, la realidad es muy diferente. Dentro de la Organización de Inquilinos de Cochabamba existen familias que han sido toda la vida inquilinxs, incluso hay gente que afirma ser la segunda generación sin vivienda. Y las razones son obvias, pagar un alquiler de forma indefinida desangra la economía e imposibilita todavía más el acceso a una casa propia.
A todo el ello se suma el abandono legal en que se encuentra esta población, con una ley del inquilinato que data del año 1959.
Lxs inquilinxs, la pandemia y lxs dueñxs de casa
Cobrar el alquiler durante una crisis sanitaria mundial, que ha puesto la economía de cabeza, es un acto inmoral y debe ser resistido y repudiado. No es posible ver pasivamente cómo familias enteras están siendo desalojadas o amenazadas en medio de esta crisis.
El proyecto de ley propuesto en la cámara de diputados, que condonaría el 50% del alquiler de viviendas y espacios de trabajo o comerciales [3], ya está generando furia a inmobiliarias y propietarios, quienes levantan la figura sagrada de la “propiedad privada” y el “acuerdo entre privados” para justificar el “o pagas o te vas”. Aunque estas personas traten de tapar el sol con un dedo, es innegable que la pandemia ha dejado a medio mundo sin empleo ni ingresos. Y ningún inqulinx es responsable por esta situación.
¿Endeudar a lxs inquilinxs es una salida al problema? Definitivamente no, asumir una deuda de forma obligatoria, en pleno shock económico, más que un préstamo es un impuesto a la pobreza. Así, serán ellos los paguen los costes de la crisis: la deuda garantizaría ganancias para propietarios en medio del mar de pérdidas en el que nadan los no-propietarios.
Entonces, las salidas de este problema no pueden pasar por un “acuerdo entre privados”, sino en el marco de la sociedad en su conjunto. Toda la población, con un grado de intensidad descendente, de las clases altas a las bajas, debe hacerse cargo de las pérdidas y generar acuerdos que garanticen lo esencial para una vida digna a todxs. Y tener un techo sobre la cabeza, es esencial.
¿Acaso no es momento de hacer espíritu de cuerpo? ¿Acaso esta situación no revela la importancia del apoyo mutuo? ¿Acaso no es tiempo de establecer nuevos términos de convivencia y de rechazar, de una vez por todas, la mercantilización salvaje de la vivienda y de la vida?
[3] https://www.la-razon.com/nacional/2020/04/28/diputados-aprueba-norma-condona-alquileres/