Venimos criticando la alianza estado-capital y patriarcado, desde los proyectos carreteros que pretenden ingresar por el corazón del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure hace nueve años, hasta los proyectos que aún quieren aprobar semillas transgénicas en Bolivia. Toda esta vorágine de despojo que se extiende a zonas urbanas, ha estado a la par del desarrollo de tecnologías que no han significado la “democratización” sino el establecimiento de nuevas formas de explotación y enriquecimiento antes impensadas y que ahora se dan tras bambalinas en la red.
Es el caso de Facebook y todo el monstruo que es Google, que lucran de forma descarada con la venta de datos que han realizado estos últimos años. Sobre todo llama la atención el escándalo de Cambridge Analytica (2018), en el que se demostró fehacientemente cómo los datos de usuarixs de Facebook, obtenidos de formas poco claras, sirvieron para favorecer a la candidatura de Trump, al ser usados para diseñar campañas de desinformación y generación de información falsa, estrategias de comunicación que fueron catalogadas como “tácticas militares propias de la guerra de la información”.
Pero no solamente en el país del norte se invierte en desinformación para moldear el imaginario colectivo, recientemente se conoció que Facebook eliminó una red de desinformación millonaria creada para favorecer la gestión de Jeanine Áñez. Según la misma fuente, casos similares se evidenciaron en Venezuela y México.
Otro ejemplo espeluznante, aunque estamos seguras bajo la misma estrategia de guerra, fue la cantidad intempestiva de Fakenews que se inyectaron en nuestro territorio irasciblemente para los conflictos del octubre y noviembre. Mentiras o medias verdades, fueron los dispositivos perfectos que viabilizaron la polarización, el odio, la militarización, la toma de facto del estado y la indolencia. Todo, difundido obviamente por Facebook y WhatsApp (también de Facebook).
En otro de sus importantes posicionamientos, Facebook dio recientemente de baja a varias páginas y cuentas anarquistas y antifascistas en Estados Unidos.
De otro lado, como otro ejemplo, el negocio surgido con Amazon, empresa que ha sido una de las que ha ganado millones de dólares en pandemia por su servicio online delivery (en el que unas personas son explotadas para que otras puedan recibir artículos en la comodidad de sus casas), nos llevan a plantear una crítica profunda a las maneras en que se ha generado una “comunicación” y herramientas digitales cuyo modelo de negocios terminaron enriqueciendo a unas cuantas empresas y empresarios multimillonarios.
Sin embargo, ante la hidra tecnológica del capital, existe el desarrollo de herramientas de software libre, producido por comunidades de desarrolladorxs que han puesto en su centro el conocimiento para beneficio común, planteando formas de comunicarnos de manera más segura, autónoma y propias, además de toda la infraestructura que ello supone. Estas alternativas son y pueden ser parte importante de las movilizaciones y la revuelta anti extractivista y contra monopolios del conocimiento.
Por todo esto planteamos ir descubriendo lo que ofrecen aquellos proyectos de las comunidades de desarrolladorxs de software libre, que son más seguras en tanto que no tributan a los gigantes tecnológicos capitalistas.
¿Qué es Telegram y por qué un canal por esta vía?
La expansión de las redes sociales nos ha cambiado la idea de qué es internet y cuáles son sus potencialidades. La entrada agresiva de Facebook al mercado de consumo tecnológico de países del sur, como Bolivia, ha instalado la idea equivocada de que Facebook ES internet, y por tanto cualquier intento de socialización y organización colectiva tiene que suceder ahí.
En el plano de las redes sociales y de las plataformas de mensajería también existen proyectos inclinados a usar, desarrollar y licenciar su código con una licencia libre. Es el caso de Telegram, una aplicación de mensajería que ofrece algunas opciones de seguridad interesantes y que tiene una parte de su código licenciado como software libre. A falta de otra plataforma más idónea para comunicar noticias, elegimos abrir un canal de Telegram para compartir nuestro trabajo e ir abriendo el debate sobre nuestra propia seguridad y la de nuestras comunidades virtuales. Es un llamamiento también, a empezar de una vez por todas, la marcha colectiva y comunitaria de desalojo de estos hábitads expropiadores, extractivos y fascistas, hacia unos más seguros y ojalá con el tiempo más libres.
Con el canal de Telegram, y viendo que existen alternativas que nos permiten comunicarnos sin ser el blanco del abuso de poder de dueños multimillonarios y su ejército de mineros de datos, elegimos migrar de Facebook. Entendemos que no existen alternativas 100% libres y seguras a las plataformas comerciales, y que las que existen no siempre se adaptan a nuestras necesidades y puede que no siempre funcionen a la perfección. Sin embargo, aun así decidimos impulsar la migración, para no ser un engranaje más en la estructura de explotación capitalista del monstruo tecnológico, y dejar de alimentar con nuestras ilusiones y planes colectivos sus algoritmos fantasmales que nos muestran una versión del mundo amañada. Esta una migra lenta y paulatina y, junto a nuestra página web, otra apuesta por la rebeldía tecnológica. A futuro soñamos con migrar nuevamente a otros territorios tecnológicos con aún mayor autonomía y mejores opciones de seguridad.
Finalmente, repetimos que nuestro canal oficial de difusión e información no es Facebook. Publicaremos en esa plataforma con menos frecuencia y solamente las cosas que consideremos estrictamente necesarias.
También, lxs convocamxs a ir hurgando los diversos y abundantes canales de medios libres, organizaciones y bibliotecas que ya existen en Telegram.
¡DESARMANDO Y RECHAZANDO EL EXTRACTIVISMO DIGITAL!
#CapitalismoDeVigilancia
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Imagen de portada: Pawel Kuczynski