Fue un año más, de los últimos recientes, en que el 8 de marzo convoca la toma de las calles citadinas de esta mal llamada Bolivia, por mujeres varias, feministas y diversas. Sin embargo este año tenía otra connotación y empuje, una fuerza subversiva y subterránea de empute y resistencia que la hacía aun más imponente, urgente y necesaria. En esta escalada desvergonzada de conservadurismos, fascismos y modos patriarcales de diversas índoles, encubiertas por caudillos, vimos resurgir en afrenta y con más fuerza y coherencia el análisis, las practicas y las filosofías feministas, que así de diversas y en tensión van devolviendo un poco la dignidad arrebatada al espacio que habitamos.
La movilización internacional de mujeres también llego a este territorio, fue urgente, masiva y diversa. Las mujeres bolitas tenemos aun mucho que decir y debatir internamente y en confrontación a la nueva coyuntura y al viejo orden que nos toca enfrentar. Aquí estamos, aquí seguimos y a quienes no les guste que se joda!
(La Paz) Una marcha múltiple y colorida : mujeres desde la autonomía política
Con simultáneas performance hecha por las mujeres artistas en el centro paceño, y la marcha que partió desde El Alto, la tarde del nueve de marzo se inició una gran movilización de mujeres, trans, LGBT, trabajadoras, estudiantes universitarias de la UPEA, la UMSA y otras universidades; batucadas, familiares de víctimas de feminicidio, familiares de la víctimas de Senkata, antiespecistas o las mujeres del bloque negro… todo como creación con nuestros propios cuerpos, de un espacio político atravesado, sin duda, de posiciones divergentes y también, en varios aspectos, opuestas.
La masiva marcha así, expresó las múltiples posturas políticas que participaron en las calles ese día, repudiando la violencia, la fascistización, los feminicidios, la penalización del aborto, el ecocidio y despojo capitalistas, la explotación laboral, la injusticia, la retardación de “justicia”, las muertes de vecinxs en Senkata, las violaciones, centrales lucha feminista en Bolivia y en América Latina.
A las dos, comenzaron a retumbar djembés en el pequeño espacio que existe en Correos en el Prado de La Paz, mujeres de compañías de teatro y danza representaron los feminicidios, embolsadas todas, que causó gran impresión entre la gente que veía y escuchaba las palabras que se vertían.
Un pequeño grupo de hombres, uno de ellos portando una bandera blanca, miran, riéndose, la performance, que incluía una biblia muy antigua, poco después estas personas se la robaron porque decían que las feministas iban a “vandalizarla”, cosa que era falsa. A pesar de esta pequeña muestra de lo que en grande son los grupos “pro vida” y de fundamentalismos religiosos, la performance continuó. La marcha llegó el contingente de mujeres artistas se unió a la columna central, bulliciosa y creativa, las batucadas, tarkeadas, las banderas y pañuelos negros, lilas, verdes y rojos, los cánticos, los cuerpos pintados y con disfraces elocuentes, mujeres con pasamontañas que eran cosidos a modo polleras, entraron con trabajadoras de la construcción, estudiantes de la UPEA, y cientos de mujeres abriéndose paso.
Entre esta multiplicidad colorida, existen discusiones centrales que han atravesado profundamente el debate feminista, como la participación de gente cercana al, o militante del MAS en esta marcha; la discusión álgida sobre posicionamientos sobre el golpe de estado, el fraude; y la aparición y el rechazo en la marcha de alguna personaje de algún grupo “pitita”, o chicas a las que se les gritaba “pititas” y la respuesta de éstas. Tensiones que están en curso y marcan rumbos de lxs feminismos en el país.
La lucha de mujeres tariquiyeñas frente a proyectos hidrocarburíferos, o la de mujeres cochabambinas que han disputado calles a grupos para policiales-para militares, violentos de la autodenominada Resistencia Juvenil Cochala (RJC), han planteado el debate sobre y acciones concretas para construir desde la autonomía política de las mujeres, cuestión central para desenmascarar las políticas de estado que han venido configurando regímenes de despojo y violencia que vienen con militarización y represión brutal desde que tenemos memoria, sin ser tributarias de la construcción tan fuerte de figuras caudillescas (partidarias o no), y sobre todo en una crítica feroz a toda las maneras en que se ejerce de manera violenta la política patriarcal en todos los ámbitos de la vida. Una propuesta de debate y una apuesta de lucha nacional e internacional radical por cuestionar las raíces de las opresiones y explotaciones.
La marcha continúa su paso y queda en la memoria carteles e imágenes, voces de dolor y rabia: un cartel con el rostro de Verónica Quintana, asesinada brutalmente el 2013 cuyos familiares buscan justicia aún; el rostro de una mujer alteña que lleva una pollera negra en señal de luto; y un pasacalles que lleva de un lado pintada a la Osa Bandera Valentina, sobreviviente del incendio en la Chiquitanía y asesinada brutalmente a golpes en pasados días, y del otro lado, una frase que suscribimos: EN PROCESO DE CAMBIO O EN PACIFICACIÓN EL ESTADO ES CÓMPLICE VIOLADOR.
Foto: Issis May
(Cochabamba) El fuego organizado
Llenas de creatividad color y rabia e indignación, cientos de mujeres, colectivas e individualidades autónomas y autoconvocadas tomaron las calles de la ciudad cochala, este 9 marzo al finalizar la tarde y hasta entrada la noche para denunciar y reclamar tanta violencia ejercida por el estado y sus instrumentos de opresión como la policía la iglesia y la “justicia”. No hay nada que festejar: ¡POR NUESTRAS HERMANAS MUERTAS¡ ¡NI UN MINUTO DE SILENCIO TODA UNA VIDA DE LUCHA¡ NO TENEMOS MIEDO TENEMOS FUEGO¡ Con carteles, con cantos, amor y rabia marcharon las Mujeres gritando al ton de una nueva internacional “El estado opresor es un macho violador”.