El pasado 15, 16 y 17 de septiembre ChaskiKlandestinx participo en el Encuentro Internacional de Medios: Comunicación y Periodismo con Paz, en Bogota – Colombia. Organizado por Colombia Informa, conto con la partipacion de Plan V, de Ecuador; y Neues Deutschland, de Alemania, Contagio Radio, Trochando Sin Fronteras, NC Noticias, Periferia Prensa Alternativa, Colombia 2020 y el Equipo de Comunicación de la Delegación para los Diálogos de Paz del Ejército de Liberación Nacional -ELN-, entre otrxs.
La compartición nos acercaba al proceso de paz que vive actualmente Colombia, desde la comunicación popular.
“Siempre tenemos ese componente internacional con la intención de aprender de otras experiencias de comunicación y periodismo popular. Y en esta ocasión bajo la pregunta de la paz en un contexto de solución política del conflicto social, político y armado del país. Nos hemos preguntado si puede ser la paz sin una comunicación y un periodismo que logre romper con el cerco que tienen las organizaciones sociales en el país, que logre establecer otras agendas, otras fuentes que se convierta en un escenario de construcción de paz, y por eso hemos decidido organizar este tercer seminario” (Colombia Informa)
A continuación y a modo de compartir nuestro aporte al dichoso encuentro, queremos saludar el hálito tenaz de quienes aún resisten en el ser Autónomao de los medios libres. Salud y Larga Vida!
Darnos la posibilidad de nombrarnos, re-pensarnos, compartirnos, cuestionarnos, sobre nuestras labores comunicativas, más allá de nuestros afanes de cobertura y producción parece ser un privilegio a veces imposible, en nuestro complejo entramado de sobrevivencias.
Construir espacios de compartición que permitan encontrarnos y acuerparnos, desde la voz y el quehacer libre y autónomo de construir medios y fines libres, populares, comunitarios, o como se llamen, es no solo saludable sino urgente. El hacerlo con nuestras propias palabras, que revelen nuestros propios procesos y sean fruto de nuestras propias experiencias, son acciones de conciencia y liberación. Así develamos la voz expropiada, reinventando nuestra historicidad, forjando nuestra memoria, creando algo nuevo. Una comunicación distinta, que no está escrita en ningún protocolo, ni impartida en un pensum académico, sino que se reinventa dinámica, creativa.
Nosotrxs no somos solo un canal amplificador de voces condenadas al exilio, sino que de ahí venimos…somos la tierra que nos forja. Hablar de comunicación independiente, implica narrar las realidades de las que venimos, que construimos y destruimos, heredamos y abortamos. Porque mientras estemos imbricados en los procesos sociales, no podremos entendernos sin nombrar el aquí y el ahora del que somos parte.
Hemos venido a un encuentro de “Comunicación para la Paz” y nosotrxs, Chaski Clandestinx, aunque suene inaudito, nos hemos nombrado en Awkapacha (Awqa: guerra/ Pacha: Tiempo y Espacio). Porque consideramos necesario renombrar el tiempo que vivimos, desde el territorio que habitamos. Porque debajo la paz que nos venden hay un guerra silenciosa que debe ser evidenciada.
Retomar el conflicto, visibilizarlo, nutrirlo, es la única alternativa de sobrevivencia, que tenemos ante el silenciamiento impuesto. Hacer comunicación es nuestra urgencia de contribuir a la movilización continua, a la sublevación permanente. Entender el conflicto y la guerra no desde la perspectiva occidental de exterminio, sino como un Tinku (encuentro conflictivo) necesario para llegar al Pachakuti (tiempo de transformación), al gran cambio, al caos de la rebelión perpetua, al otro mundo posible.
Pelear es abominable pero tenemos que hacerlo. Persistir en la lucha tratando de que en el medio esté el fin, que en la forma esté el resultado. Que por esto no queremos ser violentos, que por esto no queremos participar en el crimen, pero que tenemos que participar en la lucha que no es pacifista, que no está buscando la pacificación y mucho menos está aceptando un contrato de dominación. Estamos buscando una forma de coexistencia armónica que tiene definiciones de paz muy distintas, en distintos pueblos.
¿Y cómo decir esto sin que suene arrogante frente a, por ejemplo, la realidad de medio oriente? ¿Que podrían decirnos lxs niñxs de Palestina, Irak o Afganistán sobre la guerra y la paz? ¿Qué dirá el pueblo Colombiano sobre guerra y paz después de más 50 años de levantamiento armado, paramilitarismo y extermino? ¿Qué podremos decir nosotrxs desde la mal llamada Bolivia sobre guerra y paz?. Venimos a dialogar, a escuchar. A tratar de comprender ¿cuál es el proceso que están viviendo, y que nombran paz?, ¿qué significa la guerra? ¿Qué nombramos como paz? y ¿cuál es la paz a la que queremos llegar?
Para nosotrxs no es esa Pax occidental, que llega con la conquista, que se impone a punta de cruz y espada. Esa paz eterna que viene luego de una vida de flagelación en la tierra. Y que termina siendo un contrato social de dominación en la cual no te exterminan a cambio de que te subyugues a ciertas lógicas de silenciamiento y sometimiento. Esa “paz” foránea, superficial, parcial, es un eslogan abstracto, no la conocemos, no la sentimos.
Si bien, nosotrxs no vivimos esta guerra abierta, el paramilitarismo, ni la violencia extrema, la masacre, el bombardeo o las desapariciones masivas forzadas; no quiere decir que la paz exista en nuestros territorios. A veces la violencia de la guerra desmedida impide ver que el enemigo perfeccionó sus tácticas y nos ataca de distintas maneras. Que el exterminio no solo puede ser físico; sino que pueden aniquilar tu alma, extirpar tus sueños, robar tus universos de definición, folcklorizar tus cosmovisiones, expropiar y banalizar tus reivindicaciones. Es una guerra silenciosa, es una guerra heredada, que es importante nombrar y recordar cuando hablamos de paz. La agresión es sistemática y nos jode a todxs.
Y acá no se trata de escoger entre un marido que te mata, uno que te golpea o uno que te manipula, todos representan la misma cara del despojo, del extractivismo, de la militarización, del feminicidio, de la criminalización, de la trata y la muerte. Todas representan el mismo mecanismo de opresión de un enemigo que desde hace 500 años es el mismo. Todos, son rostros distintos de la misma maquinaria bélica.
La violencia existe y es tenaz. Nuestra historia extractivista, hoy más latente que nunca, así lo evidencian. Con altas y bajas intensidades, con sus particularidades, pero todas con el mismo horizonte de saqueo y violencia como práctica de dominación, es nuestra realidad compartida. El extractivismo perfora la vida, saquea tu alma, vacía tu entorno, encarcela tu ser, militariza tu territorio, desplaza tu comunidad, criminaliza tu estética, mata tu cuerpo ¿acaso esta no es una guerra?
Desde que este mal gobierno llegó al poder, en Bolivia, empezó un largo ciclo de silenciamiento de movimientos sociales y voces disidentes. Un silencio primero esperanzador, luego cómplice, luego muy parecido a la estupidez.
Hasta que el año 2011, llegaron voces desde la Amazonia convocando a una marcha pacífica, denunciando el terrorismo de estado en estos territorios. Saldrían de Trinidad rumbo a La Paz, un 15 de agosto, rememorando la histórica marcha por el “territorio y dignidad” de 1990. Esta movilización desde de tierras bajas tiene, entre otras características, la particularidad de enunciarse pacifica, probablemente por su historia de evangelización, muy distinta a la resistencia bélica de los pueblos de tierras altas que son más guerreristas. Esta protesta que parte desde la asimilación pacífica de la peregrinación y el sacrifico fue a medio camino violentamente reprimida.
Este es el momento específico, que engendró al proyecto de Acción y Comunicación, hoy Chaski Clandestinao. Es decir, fuimos paridxs por un conflicto, una lucha reivindicativa que puso el pasado por delante, que enunció la resistencia desde el cuerpo, que buscó la paz como horizonte, pero lo hizo rompiendo el silencio, y que se encontró con la represión violenta y colonial en el camino.
Y es que nosotrxs no nos estamos enfrentando a un gobierno cualquiera, además del viejo aparato militar de siempre, estamos frente a un presidente, exdirigente cocalero, que conoce las lógicas y mecanismos de la organización sindical; contra un vicepresidente, ex guerrillero arrepentido y reformista; frente a un gabinete ministerial, que acompañó procesos de lucha y organización; que por lo tanto conocen muy bien el entramado comunitario y los mecanismos de desorganización.
Entonces, al conocer tan bien al movimiento social, al representar al estado y tener el poder económico, policial y militar, la guerra que hasta antes era más simbólica, aunque no por eso menos violenta, se amplificó a lo legal, a lo judicial, a lo militar, a lo criminal. Y lo peor de todo, es que continúa siendo silenciosa.
En septiembre del 2016 Bolivia firmo un acuerdo de “cooperación militar” con Rusia. Capacitación, intercambio, inteligencia, transferencia tecnológica y material bélico, entre otras, son algunos de los objetivos, en el aun no público acuerdo. Para junio de este año, se infiltro un proyecto de Decreto Supremo, en el cual se daría el control y custodia de empresa e instituciones publicas estratégicas que “cumplen funciones económicas en recursos naturales” a las Fuerzas Armadas. Y nosotrxs nos preguntamos ¿Por qué este incremento de militarización territorial? ¿A quién protegerá el aparato militar? ¿De quién? ¿Contra quién? ¿Bajo qué condiciones?
Recientemente, cuando las organizaciones del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) convocaron a su máximo encuentro orgánico, el “Encuentro de corregidores”, el estado montó un encuentro paralelo (estrategia de la guerra colonial), dividió organizaciones y militarizó el Territorio. Nunca antes se había militarizado un Territorio Comunitario de Origen (TCO), por su condición territorial indígena.
Con la crisis de los precios del petróleo y con la necesidad de solventar el clientelismo del sistema caudillista y la perpetuación del capitalismo, en mayo del 2015 se promulgó un Decreto Supremo en el que se permiten hacer explotaciones hidrocarburiferas en territorios hasta antes salvaguardados como naturales. El 2014, y para continuar con la violencia legal, se aprobaba la Ley de Minería y Metalurgia en la cual el estado se auto otorgó la potestad de apresar, levantar juicios a quien se oponga a la actividad minera, porque es un recurso de “propiedad de la nación boliviana” y porque ir en contra la extracción era ir contra la patria, una traición que se castiga. Entendiendo, para ambos casos, que el subsuelo era propiedad estatal y que las comunidades que habitan milenariamente estas regiones tan solo eran dueñas de un par de metros bajo la tierra que pisan. Es una encrucijada contra la tierra comunal, como lo fue durante el siglo XIX. ¿Esto acaso no es esta la revivificación del viejo discurso de la guerra colonial?
Estos territorios continúan siendo para el imaginario colonizador vaciables, expropiables, despojables. Y ahora nos preguntamos ¿despojables para qué?
Además de las odas al cemento, el culto a la personalidad del caudillo, pago de rentas, prebendas y cooptaciones, gran parte de este dinero es destinado a inversiones exorbitantes de propaganda, a campañas mediáticas de desprestigio de dirigentes, activistas y de movimientos. Se hacen campañas de desinformación y justificación de proyectos extractivos arguyendo que el desarrollo permitirá a las “pobres” comunidades indígenas salir de la pobreza, la incivilización y la barbarie…
Todo esto con producción cinematográfica, con protagonistas blancos y un desarrollo occidentalizado como horizonte. Entonces, nos preguntamos ¿esta guerra mediática no responde acaso a la misma violencia sistemática que vivimos todxs ahora en nuestra América?
El estado se ha vuelto en el principal inversionista de las empresas de comunicación, incluso de los de la vieja derecha empresarial racista. Coaccionó medios para que no cubran ciertas demandas sociales, bajo amenazas de quitarles inversión en propaganda. Llegando incluso a asfixiar a medios de información que se mantenían críticos, influyendo en despidos de periodistas específicos[1].
Por eso, nos hace tanto eco cuando el sub Galeano habla de cuando el capitalismo empezó a lucrar con la no producción, que es aún más rentable callar, no producir, no denunciar, que hacerlo. Porque detrás de ese silencio mediático se puede lucrar aún más que diciendo o haciendo noticia.
Entonces pues, la guerra y la violencia no son solo armadas, la paz capitalista que nos quieren vender es la perpetuación de la impuesta colonial. Algunxs dejaran las armas, incluso aquellxs que se habían mantenido con ellas durante tantos años, pero la guerra no habrá terminado. Porque mientras no exista, como ya se ha dicho acá, justicia y dignidad, la paz seguirá siendo un horizonte que se aleja dos pasos cuando nosotrxs avanzamos uno.
¡Pero nosotrxs avanzamos! y eso también hay que nombrarlo, consideramos que cambiar las narrativas de la violencia hegemónica parte por reconocer los procesos creativos de reflorecimiento que atravesamos, que atraviesan los movimientos sociales, indígenas y populares que resisten. Porque no olvidemos que el principal triunfo en una guerra es la desmoralización del enemigo. Y nosotrxs vamos a construir nuestras narrativas denunciando al opresor, pero también reivindicando nuestros triunfos, nuestras posibilidades, nuestros reverdeceres. No nos vamos a quedar en el manto lúgubre derrotero.
Así, acompañamos, los nuevos procesos colectivos de organización que se está viviendo en Bolivia. Por ejemplo, las comunidades de Tariquia, al ver que sus instancias sindicales ya no los representaban, deciden crear un nuevo espacio organizativo: el “Comité de Defensa”, con comunidades de base. O, por ejemplo, cuando las del río Beni y Quiquivey ante la amenaza de la construcción de dos mega represas que inundarían no solo sus comunidades, sino también el área de asentamiento de pueblos en aislamiento voluntario y sus bosques compartidos y ante la traición de CEPILAP, su antigua estructura de representación, deciden conformar la Organización de Mancomunidades de Río Beni y Quiquivey.
O cuando en el TIPNIS desisten de salir en más peregrinaciones, para ahora atrincherarse en su territorio, bloquear los ríos y concretar acciones directas de expropiaciones y enfrentamiento de cuerpo a cuerpo, aun siendo estos milicos o personeros de estado.
O cuando el Concejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo, CONAMAQ, ante el robo de sus oficinas decide nombrarse cada unx una oficina, y ante la cooptación de sus autoridades potenciar el gran Consejo de Amautas y el de Mujeres y el de Jovenes
En la medida que el estado y el capital perfeccione sus estrategias de invasión y colonización la resistencia ancestral también lo hará. Y nosotrxs que venimos de ahí, que continuamos ahí, también nos impregnaremos de esta creatividad. Desde las enunciaciones hasta los formatos, desde las formas hasta los fines. De lo que se trata es de voltear el triunfo al despojo, fortalecer los largos procesos de lucha, reivindicar nuestras memoria subterránea, nuestra memoria larga y a nosotrxs con ella. Ser partícipes en todo nivel de los proceso de lucha colectiva, fortalecer el vínculo a partir de la convivencia, posibilitar lazos de comunicación horizontal, seguir poniendo el cuerpo en la calle, en la brecha, en las comunidades, en la internet, buscar esas “alianzas insólitas” que nos hagan temblar para seguir y seguir…que esta larga lucha en la construcción de medios libres, de voces autónomas, aun acaba de continuar…
[1] Los casos mas emblematicos son los de Amalia Pando, Andres Gomez y Wilson Garcia Merida
Otras intervenciones:
Periferia Prensa Alternativa: http://www.colombiainforma.info/comunicacion-y-periodismo-con-paz-comunicacion-popular-para-la-construccion-de-paz/
Equipo de Comunicaciones Trochando Sin Fronteras: http://www.colombiainforma.info/comunicacion-y-periodismo-con-paz-para-narrar-hay-que-tener-una-postura/
Delegación de Diálogo de Paz Ejército de Liberación Nacional: http://www.colombiainforma.info/comunicacion-y-periodismo-con-paz-el-compromiso-es-construir-nuevos-sentidos-comunes-afirma-el-eln/