DÍA NACIONAL DEL MAÍZ
El maíz, desde nuestra lengua guaraní pronunciado Avati, ha sido y es un grano sagrado para nuestro pueblo, preservado por cientos de años, por nuestras abuelas y abuelos guaraní. Con él, hemos sobrevivido a las mas fuertes hambrunas, nuestra alimentación con el maíz, nos permitió enfrentarnos a las guerras con la colonia española y el ejército boliviano. En la chicha, el kagui, el atipiri, el muiti, el achi, creció nuestra lengua, se sembró nuestra colectividad y comunidad, cultivándose nuestro arete guasu, fiesta grande que expresa nuestro agradecimiento por las abundantes cosechas de maíz.
A pesar de nuestro olvido, nuestra tibia voz frente a la invasión de la mercantilización de nuestro maíz, todavía habemos guaraní que nos resistimos a perder nuestras variedades de maíz, nos resistimos al maíz fabricado por las empresas transnacionales mercantilistas que lucran con las semillas, tomando nuestros maíces nativos que crecen libres y se comparten mediante el trueque a otros hermanos que precisan cultivarlo para alimentarse, para modificarlo. Nos resistimos a las políticas del Estado Boliviano quien favorece a las demandas de las empresas de agronegocio, abriéndoles libremente las puertas al ingreso del maíz transgénico. Públicamente nuestro presidente anuncio el ingreso de 400 mil toneladas de maíz transgénico para cubrir un supuesto déficit de semillas de maíz para la producción agrícola, cuando habemos comunidades que día a día batallamos con factores climáticos, factores económicos para que nuestra siembra sana, tradicional, ancestral, siga viviendo. Es un hecho que en nuestro país, a pesar que nuestra constitución política del Estado, prohíbe la producción y comercialización de semillas genéticamente modificadas como las semillas de nuestro maíz nativo, se están cultivando de manera ilegal, maíz transgénico, esto amenaza a nuestro maíz criollo y por lo tanto a nuestro alimentación sana, el maíz transgénico condena al exterminio de nuestras nuevas generaciones. El Estado hace oídos sordos y no esta combatiendo el ingreso de maíz ilegal por las fronteras argentinas y brasileñas, menos aun exterminando estos cultivos ilegales.
¡Hermanos! que en este mes han conmemorado a nuestros maíces paridos por nuestra madre tierra, nos unimos a su lucha y resistencia por la preservación de nuestras variedades tradicionales. Por que nuestro maíz es nuestra raíz, porque nuestro maíz es nuestro cuerpo, es nuestra memoria y nuestra lucha.
Tejiéndonos con la lucha de nuestros hermanos indígenas de México, de Guatemala y de otros pueblos, queremos compartirles un pedacito de nuestra memoria contada por las voces de nuestras abuelas y abuelos, recordando a Avati, la planta que nos ha alimentado durante siglos.