Crónicas del despojo y las ciudades muertas
El canto de los pájaros es lo primero y lo último que se oye en la casa de Mariana Machicao, en Miraflores (La Paz). En una extraña sinergia, como le llama Mariana, los pájaros, 25 especies diferentes contabilizadas por biólogos y ornitólogos, han adoptado a la casa y a la familia Machicao, en un proceso de relacionamiento de más de medio siglo. A veces duermen entre las cortinas y entran a la casa para exigir su alimento cotidiano.
Las mujeres que habitan la casa, y le dan su espíritu, tienen recuerdos de sus seres queridxs en ella, que aman tanto, como a los trinos y colores de las aves que allá viven. Y lo que así se ama no tiene un precio.
Sin embargo, no solo viven diversas aves, sino una serie de plantas y árboles que son especies endémicas de la ciudad de La Paz. Aquí, en la ciudad del ladrillo y el cemento, donde están desapareciendo no solo las pocas áreas verdes sino las especies antiguas de flora y fauna, una familia ha logrado, sobre la base de constancia, esfuerzo y cariño, sostener y relacionarse respetuosamente con un pequeño e importante pluriverso de aves y plantas.
Hace semanas, la empresa Mi Teleférico entregó a la familia un aviso donde les anunciaron que parte de su casa sería expropiada para la construcción de la Torre 13 de la Línea Blanca del Teleférico.
Según la conferencia del señor Dockweiler, gerente de la empresa Mi Teleférico, del 29 de septiembre de este año, la expropiación no será de todo el terreno de la familia Machicao, sino solo de un 6%, /(al inicio se habia dicho que era el 1%), y no se tumbará ni un solo árbol, así como ha asegurado que no se afectará el comedero de las aves. Por el contrario, con el plano que le dio la empresa y una cinta métrica en las manos, Mariana Machicao muestra que el corredor expropiado, de acuerdo a las medidas dadas por Mi Teleférico, sí afectan el comedero, porque la torre está justamente emplazada muy cerca del árbol de níspero que tiene 30 años, lugar favorito para comer de los pájaros. De nada valió que el hijo de Mariana haya explicado en plena conferencia del gerente de Mi Teleférico, lo que sucederá con su casa, la respuesta de la empresa estatal es la misma: no se puede cambiar la ruta del teleférico ya decidida por ésta. Lo que podrían hacer, han dicho, a modo de mitigación ambiental, es poner bebederos de aves y plantas alrededor de la torre de cemento del Teleférico, una vez construida ésta, donde supuestamente las aves regresarían a comer.
La lógica del despojo que dice: no se destruirá la casa Machicao, solo se afectará un 1% o 6%, es similar a la que tiene el gobierno sobre las afectaciones que podría producir el proyecto Hidroeléctrico El Bala. No se toma en cuenta a todo el ecosistema.
Sin embargo, como sucede en el ya mencionado proyecto Hidroeléctrico El Bala, no es cuestión de poner paliativos extraños o risibles, por decir lo menos, como “ascensores para peces” y, en este caso, fuentes de agua para aves. Una vez construida la torre, LA SINERGIA y ese pequeño ECOSISTEMA que se ha creado en más de 50 años, serán afectados, con probabilidades de DESAPARECER, por los trabajos que se realizarán para construir la torre, así como por las vibraciones de ésta en su funcionamiento diario.
¿Quién podría vivir tranquilo-a al lado de una torre de ese tamaño?, Por lo menos la familia Machicao no, así que ha decidido migrar como los pájaros, dejando allá gran parte de toda su historia, la herencia invaluable que te puede dejar la memoria de un ser querido. No quieren ver cuando tenga que hacerse el muro por encima del tumbo y las paredes de hojas, por eso se despiden de las aves.
El despojo en la ciudad, se está dando en nuestras narices, está pasando con nosotr@s mism@s, ahora, de varias formas, y en esta ocasión, sin una consulta mínima a las personas que conviven con las aves en este hogar de seres alados y no alados. Así se construye la peor cara de la “modernidad” citadina en La Paz, la locura insana de pensar el “desarrollo” como el cemento sobre cemento… una muestra en pequeño, de lo que pasa con mega obras como la carretera por medio del TIPNIS, o las mega hidroeléctricas.
No hay precios ni mitigación de impactos que podrán compensar los esfuerzos de las vidas humanas que pasaron por la casa para construirla tal como es ahora, ni las vidas que zumban rápidas como el colibrí, el chiwanqu, tordos y las demás aves. El despojo, es una realidad, y nos dirigimos a ser una ciudad-desierto.
Y aquí el video de Creaciones Cinematográficas Huayrurito, para tener en la memoria cómo era el hogar de las aves y l@s Machicao: