La Resistencia, se llamó al movimiento que no permitió el ingreso de las brigadas de “consulteros” del gobierno, como se les llamaba, en la “consulta póstuma” que autoridades llevaron a cabo el segundo semestre del 2012. Consulta con la cual aún pretenden legitimar la construcción de la carretera por medio del TIPNIS.
Cada día en las comunidades, La Resistencia pescaba; lavaba a lxs niñxs; lavaba la ropa; no permitía que bajasen algunos helicópteros del gobierno; cazaba algún tropero cuando había oportunidad; participaba en las reuniones de cabildo; cocinaba atizando el fuego desde temprano, haciendo el desayuno, el almuerzo y la cena…
Es decir, La Resistencia era, sobre todo, mujeres que sostuvieron con sus manos y sus ideas un movimiento en defensa del territorio, donde vi-vi-mos lo costoso que es parir una lucha, y una lucha dentro de la lucha, cuidando 5 u 8 hijos, llevando uno en las entrañas, peleando la participación y el respeto en toda instancia para con el territorio y, pensaba, para con nuestros cuerpos-territorios, que se defienden también al no permitir el ingreso de los grandes capitales e intereses que arrasarían la amazonia, como lo han hecho ya en otras regiones.
Luchas pequeñas y grandes que nos ponen en desacuerdo incluso con nosotras mismas, que construyen, que tienen límites, que rompen límites y que, por tanto, no puede quedar en el silencio.
La participación en la comunidad de las mujeres, sus luchas cotidianas, que no son realidades a idealizarse, constituyen experiencias que el estado pluripatriarcal desconoce y subordina, bajo su discurso de “lucha contra la pobreza”. Doña Marquesa, de Puerto San Lorenzo, río Sécure, nos ofrece algunos elementos que considera importantes cuando habla de su comunidad y de las que viven a su alrededor, sobre su participación en la defensa del territorio y por qué éste no está a la venta.
CON AUDIOS DE LA RESISTENCIA (MARZO, 2016)