Aunque menos recordadxs que las movilizaciones de Octubre de 2003, la revuelta popular y los levantamientos comunales de mayo y junio de 2005, definieron el rumbo del “ciclo insurreccional” que se había iniciado el 2000 en la Guerra del Agua en Bolivia. El 16 de mayo de 2005, salimos a las primeras marchas multitudinarias que coordinaron una serie de organizaciones y movimientos en una coalición múltiple pero que tenía contradicciones internas.
En efecto, la toma de la ciudad La Paz, incluyendo los barrios ricos, el cerco al Palacio de Gobierno, el Paro Cívico en El Alto, la llegada de miles de comunarios del altiplano, las dinamitas de los trabajadores mineros sindicalizados y cooperativistas, se aglutinaban en torno a la exigencia de Nacionalización de los hidrocarburos. Por el otro lado, sectores ligados al partido Movimiento Al Socialismo, a la cabeza de Evo Morales, había inicialmente exigido una “Recuperación” de los hidrocarburos y la obtención del 50% de las regalías y 32% de impuestos.[1]
Las diferencias entre ambas demandas se hizo evidente en la marcha del 23 de mayo, donde confluyeron ambas corrientes en un Cabildo enorme realizado en la Plaza San Francisco. Los sectores más radicalizados exigieron claridad a Morales, y acallaron en cierto momento, la alocución que este dirigía a lxs marchistas ese día, ya que, se consideró que la “recuperación” no alcanzaba la magnitud de cambios que, para los sectores movilizados en La Paz, sí implicaba la nacionalización. Esto generó varias confusiones y discusiones entre la gente que estaba en plena movilizaciòn.
Por su parte, el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), y la Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB), exigieron la realización de una Asamblea Constituyente. En respuesta a la movilizacion indìgena y popular, poderosos sectores de la agroindustria en oriente se unificaron en una demanda de “autonomìa departamental” y organizaron grupos de choque, sucediéndose las violentas intervenciones por parte de dichos grupos a las marchas campesinas e indígenas en la ciudad de Santa Cruz.
La trascendencia de este Auka Pacha es tal que, todo el vendaval de protestas de ese año, sostenidas y radicalizadas durante casi un mes, culminaron con la renuncia del presidente Carlos Mesa y sus sucesores constitucionales, Hormando Vaca Diez y Mario Cossío, definiendo una “salida constitucional” plasmada a fines de ese mismo 2005, en las elecciones nacionales que dieron paso al triunfo inédito de Morales.
La fuerza en las calles, la democracia labrada en las luchas y las voces que planteaban otros horizontes diferentes a los consabidos en el “marco legal” electoral, con el tiempo han sido acalladxs y escamoteadxs. Se ha pretendido entender la historia del “proceso” exclusivamente a través de las urnas e instancias partidarias. Por el contrario, las Jornadas por la Nacionalización de los Hidrocarburos de 2005, probaron nueva y fehacientemente que los máximos cambios en el país se hicieron y hacen en los levantamientos populares y comunitarios.
A 10 años de estas jornadas, la frontera petrolera que se expande, con una “nacionalización” llevada por el gobierno que ha implicado el crecimiento de la presencia de empresas transnacionales como la REPSOL, presentamos una pequeña memoria en imágenes, sobre la base del trabajo de ATYK Producciones en su documental “Por una Bolivia nueva. Las las jornadas de lucha de mayo – junio”. Queremos rescatar la consigna coreada en las calles por miles de personas: “¡Ni 30, ni 50! ¡Nacionalización!”.
A 10 años de estas jornadas, la frontera petrolera se ha expandido significativamente, con una “nacionalización” llevada por el gobierno, la cual ha implicado el crecimiento de la presencia de empresas transnacionales como la REPSOL y PETROBRAS.
El video que presentamos es una pequeña memoria en imágenes, sobre la base del trabajo de ATYK Producciones en su documental “Por una Bolivia nueva. Las jornadas de lucha de mayo – junio”. Queremos rescatar la consigna coreada en las calles por miles de personas: “¡Ni 30, ni 50! ¡Nacionalización!”, coreada en las esquinas de Palacio de Gobierno. Como comunicadorxs de medios independientes y anticapitalistas, constatamos en ese tiempo, que la nacionalización se convritó en una exigencia más radical y potente, que venía de la organización de la misma gente de base, sin instancias partidarias, a través de sus entes vecinales, sindicales, heredera de la Guerra del Gas y las insurrecciones anti coloniales.
MEMORIA INSURGENTE
LA LUCHA SIGUE!!!
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[1] Debemos aquí recordar por ejemplo, las declaraciones de Santos Ramìrez, a la sazón, portavoz del MAS en el parlamento, quien había afirmado que su partido, el Movimiento Al Socialismo, iba a exigir era la modificación en 5 puntos, de la Ley de Hidrocarburos aprobada por Hormando Vaca Diez en mayo de 2005, postura rebasada por los sectores sociales que estaban en pleno levantamiento.
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